
Cartas y Circulares
Asunción (Paraguay) 24-12-2014
CARTA CIRCULAR DEL P. LUCIANO
para el año 2015 al servicio de la Consecratio Mundi.
5. Si para el Montfort no hay Doctorado en esta oportunidad, ¿cuándo lo habrá?
Por sugerencia del mismo San Juan Pablo II en el año 1980 se inició una gran campaña para pedir el Doctorado del Montfort, y pronto, a nivel mundial, llegaron a la Santa Sede tres mil pedidos de parte de universidades, cardenales, Conferencias Episcopales, Obispos y particulares, pidiendo que San Luis de Montfort fuera declarado Doctor de la Iglesia, pero, como lo prevé el mismo Montfort en TVD 114, el demonio no lo permitió.
20 años después, el 13 de mayo del 1999 San Juan Pablo II volvió a pedirnos que iniciáramos otra campaña (en ese día yo estaba en la sede prestada que la Consecratio Mundi utilizaba en Roma, la calle Casilina, y la noticia me llenó de alegría) con esa misma finalidad, y se juntó de nuevo una gran cantidad de peticiones, entre las cuales he leído la de la fervorosa Conferencia Episcopal del Perú. Pero el demonio volvió a triunfar.
El Papa no se resignó, y el 8-12-2003, aprovechando la oportunidad de recordar los 160 años del descubrimiento del Tratado (en Saint-Laurent-sur-Sèvre, en la mañana del 23-4-1842, 130 años después de escrito el libro) el Papa publicó un amplio y precioso documento para demostrar que el Montfort tiene todos los requisitos para que el Papa lo declare Doctor de la Iglesia Universal al lado de los otros 36 que ya lo son. Por eso el Cardenal Angelo Amado que tiene a cargo el sector de los Doctorados en la Santa Sede ha anunciado al P. De Fiores que la llegada del Montfort al Doctorado es cuestión de tiempo. Yo creo que no se pudo hacer inmediatamente, porque habiendo sido declarada Doctora de la Iglesia la francesa Santa Teresita en el 1997, era simpático que antes de declarar Doctor a otro Santo francés, se declarara Doctor de la Iglesia a Santos de algún otro País (y por eso el 28-5-2012 fueron declarados Doctores Santa Hildegarda de Bingen, alemana, y San Juan de Ávila, español).
Pero estoy muy convencido de que en esta oportunidad de los 300 años de su muerte, el Papa Francisco va a nombrar Doctor de la Iglesia Católica, a San Luis María, cuyo Tratado (y también otros libros) desde que el demonio, por orden la Virgen, después de tenerlo escondido por 130 años, ha inundado el mundo, y lo hace cada día más. Tan sólo en Colombia, seguimos imprimiendo el Tratado, una edición tras otra, a la vez, los Paulinos, los Monfortianos, la Consecratio Mundi, los Heraldos (40 mil copias en cada edición), etc., sin hablar del P. Elieser, que vive en Bogotá, y tengo en mi mesa una de las 10 mil copias de sus 335 ediciones del Tratado.
En cambio, en ninguna librería católica de los 5 Continentes que tengo la oportunidad de visitar, he encontrado los escritos en ningún idioma de ninguno de esos 2 más recientes Doctores de la Iglesia, a sabiendas de que el requisito esencial para que el Papa declare Doctor de la Iglesia a un Santo, es que tenga “doctrina eminente”: pues bien, no veo cómo se pueda pensar que alguien tenga una doctrina “eminente”, si sus escritos no le interesan a nadie y por eso nadie los imprime.
Por lo cual hay que animar a laicos y Sacerdotes, pero sobre todo a los Obispos, a que llenen la petición del Anexo 2, o cualquier otra petición formulada espontáneamente o basada en los numerosos testimonios citados al final de nuestro Tratado.
Se puede mandar directamente al Papa, poniendo en el sobre esta dirección: “Al Papa Francisco, Vaticano”.
Al final de nuestra edición del Tratado existe una larguísima lista de Santos y otras personas importantes que demuestran que la doctrina del Montfort y sobre todo su Tratado, son de veras “eminentes”. He aquí algunos:
“¡Oye! Dale un vistazo todos los días al librito del Beato de Montfort” (San Maximiliano Kolbe, Mártir, 2-9-1930, carta desde Japón al P. Alfonso, Superior en Polonia).
“Amo este libro (Tratado) más que el mismo Evangelio, me atrevo a decir, porque es por la luz que ha llovido en mi alma a través de la lectura y el estudio de esta obra, que he aprendido a leer y a comprender un poco mejor el Evangelio” (carta del Ven. Silvio Gallotti, del 1917 en Positio s. v. II, 22).
«Este libro… yo no lo cambiaría por una entera biblioteca. Me basta él solo». (Venerable Silvio Gallotti, Italia, 1881-1927).
«No puedo imaginar, para cualquiera, una actividad más alta y una vocación más fecunda, que la de dedicarse sencillamente a difundir esta devoción» (Padre William Faber, Pastor anglicano convertido al catolicismo, 21-11-1862).
”Tratado… Es la más excelente y como la base de todas las devociones marianas» (San José María Robles, mártir mexicano, 15-3-1915).
«La lectura de este libro ha significado en mi vida un decisivo cambio de rumbo… Se trataba de algo fundamental… Esta devoción perfecta resulta indispensable” (Juan Pablo II, pág. 132 de “No tengan miedo”, 1982).
«Un Seminario no debe retroceder ante la tarea de dar a sus jóvenes… una Verdadera Devoción Interior… tal como San Luis María Grignon de Montfort la ha presentado” (Juan Pablo II, a través de su «Sagrada Congregación de la Educ. Católica», 6-1-1980).