Tratado de la Verdadera Devoción
SAN LUIS MARÍA DE MONTFORT
nos anima a empaparnos de este precioso libro
«Si supiera que mi sangre pecadora serviría para hacer penetrar en tu corazón, lector amigo, las verdades que escribo en honor de mi amada Madre y soberana Señora, de quien soy el último de los hijos y esclavos, con mi sangre, en vez de tinta, trazaría estas líneas» (PR 112).
«Preveo claramente que muchas bestias rugientes llegan furiosas a destrozar con sus diabólicos dientes este humilde escrito y a aquel de quien el Espíritu Santo se ha servido para redactarlo, o sepultar, al menos, estas líneas en las tinieblas o en el silencio de un cofre a fin de que no sea publicado. Atacarán, incluso, a quienes lo lean y pongan en práctica. Pero ¿qué importa? ¡Tanto mejor! ¡Esta perspectiva me anima y hace esperar un gran éxito, es decir, la formación de un gran escuadrón de aguerridos y valientes soldados de Jesús y de María, de uno y otro sexo» (PR 114). «Confieso con toda la Iglesia que, siendo María una simple creatura salida de las manos del Altísimo, comparada a la infinita Majestad de Dios, es menos que un átomo, o mejor, es nada, porque sólo Él es ‘El que es’…
Afirmo, sin embargo, que -dadas las cosas como son-, habiendo querido Dios comenzar y culminar sus mayores obras por medio de la Santísima Virgen desde que la formó, es de creer que no cambiará jamás de proceder» (PR 14-15).
«En prueba de la dependencia en que debemos vivir respecto a la santísima Virgen, recuerda cuanto hemos dicho al aducir el ejemplo que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos ofrecen de dicha dependencia» (PR 140).
«Los devotos presuntuosos son pecadores aletargados… Bajo el hermoso nombre de cristianos y devotos de la Santísima Virgen esconden el orgullo, la avaricia, la lujuria, la embriaguez…» (PR 97). Nada en el cristianismo es tan perjudicial a las gentes como esta presunción diabólica» (PR 98).
«Abusar así de la devoción a la Santísima Virgen…constituye un horrible sacrilegio: el mayor y menos digno de perdón después de la Comunión sacrílega» (PR 99).
«Todo se resume en obrar siempre por María, con María, en María y para María, a fin de obrar más perfectamente por Jesucristo, con Jesucristo, en Jesucristo y para Jesucristo» (PR 257).
“Vale más… llamarse «esclavo de Jesucristo» que «esclavo de María«, tomando el nombre de esta devoción preferiblemente de su fin último 562, que es Jesucristo, y no de María, que es el camino y medio para llegar a la meta. Sin embargo, se puede, en verdad, emplear una u otra expresión, como yo lo hago (PR 245). “Si alguno no quiere que nos llamemos esclavos de la Santísima Virgen, ¿qué más da? ¡Hacerte y llamarte esclavo de Jesucristo es hacerte y proclamarte esclavo de la Santísima Virgen! Porque Jesucristo es el fruto y gloria de María” (PR 77).