El Mensaje Monfortiano de Juan Pablo II
Montfort y Juan Pablo II
DOS TESTIGOS MAESTROS
DE ESPIRITUALIDAD MARIANA Y DEL «TotusTuus»
Alberto Rum, S.M.M. Y Miguel Patiño H. S.M.M.1
A Juan Pablo II es sus 20 de ministerio petrino
y en sus 58 SI de sacerdocio
PRÓLOGO
Casi a la mañana siguiente de la elección del cardenal Karol Wojtyla como Sumo Pontífice (16.10.1978), Virgilio Levi se preguntaba, en L´Osservatore Romano, de donde le proviene a Juan Pablo II “tanta fortaleza, tanto celo, tanta perseverancia” Y respondía: “El secreto está en su lema: Totus Tuus. Lo que está escrito en los libros espirituales, en el Tratado de la verdadera devoción, en la conciencia del pueblo de Dios, es manifiesto en este hombre llamado a guiar a la iglesia en nuestro tiempo difícil. Nuestra señora es la omnipotente por gracia, y quien se confía totalmente a ella llega a ser un gigante en las obras de Dios”.
El encuentro providencial del joven Karol Wojtyla con el Tratado de la verdadera devoción de san Luis María de Montfort remonta a los lejanos años de su formación al sacerdocio (1940-1944), esto es, cuando era obrero, primero en una cantera de piedras y después en una fábrica de Solvay. Más tarde él mismo confesará que el Tratado mariano de Montfort marcó entonces “un cambio decisivo en su vida.
Cuando llegó a ser sacerdote, obispo y papa, Karol Wojtyla sacó siempre del Tratado la expresión totustuus, casi como un compendio de la espiritualidad mariana aprendida en la escuela del Santo de Montfort. Llegará así el momento cuando Juan Pablo II –al inicio de su servicio pontifical en la cátedra de Pedro, en Roma- amará recoger en estas dos palabras: totustuus, la consagración de su persona y de su ministerio pastoral a la Virgen Madre.
Así, en el radiomensaje desde la Capilla Sixtina, el día siguiente de su elección, el 17 de octubre de 1978: “En esta hora, para Nos ansiosa y grave, no podemos hacer menos que dirigir nuestra mente con filial devoción a la Virgen María, la cual siempre vive y actúa como Madre en el misterio de Cristo y de la Iglesia, repitiendo las dulces palabras totustuus que hace veinte años escribimos en nuestro corazón y en nuestro escudo, en el momento de nuestra Ordenación episcopal”.
Así en la homilía del 8 de diciembre de 1978, en Santa María Mayor: “Totustuus ego sum et omnis mea sunt. Accipio Te in mea omnia!” (Soy todo tuyo, y todo cuanto tengo es tuyo. Te recibo por todos mis bienes).