Poco después de su ordenación, san Luis María de Montfort soñaba con “una pequeña compañía de sacerdotes” dedicados a la predicación de misiones a los pobres, bajo el estandarte de la santísima Virgen. Pasaron los años y, entonces, redobla sus esfuerzos para asegurar candidatos que se entreguen a esta tarea. La plegaria que compuso, posiblemente al final de sus años y que lleva el nombre de “Súplica Ardiente”, es un grito del corazón dirigido a Dios para que realice su sueño. La oración describe la clase de “apóstoles” que busca y que en su visión sobre el futuro, serán particularmente necesarios en la época que, en el Tratado de la Verdadera Devoción (Nos. 35,45-58), llama ”los últimos tiempos”.
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