Un Santo para Nuestros Tiempos P, Cortinovis
La casa de formación de los Jesuitas en Rennes era, en Francia, entre las más importantes de la Orden. Se realizaban allí los estudios humanísticos de tipo clásico. Un primer ciclo de cinco años –la gramática– conducía al año de retórica y después al bienio de filosofía. En el mismo colegio se podía también proseguir con la teología.
Al lado de la formación intelectual, se cuidaba también la madurez espiritual. El catecismo era obligatorio en las clases de gramática; para una formación espiritual más cultivada estaba además la “congregación mariana”, a la que eran admitidos los mejores y más generosos alumnos. El clima era de emulación y de pasión por los estudios; una cierta separación del mundo podía favorecer la huida en la cultura antigua y clásica: para esto servían también las frecuentes representaciones teatrales.
LA PRIMERA FORMACIÓN
La casa de formación de los Jesuitas en Rennes era, en Francia, entre las más importantes de la Orden. Se realizaban allí los estudios humanísticos de tipo clásico. Un primer ciclo de cinco años –la gramática– conducía al año de retórica y después al bienio de filosofía. En el mismo colegio se podía también proseguir con la teología.
Al lado de la formación intelectual, se cuidaba también la madurez espiritual. El catecismo era obligatorio en las clases de gramática; para una formación espiritual más cultivada estaba además la “congregación mariana”, a la que eran admitidos los mejores y más generosos alumnos. El clima era de emulación y de pasión por los estudios; una cierta separación del mundo podía favorecer la huida en la cultura antigua y clásica: para esto servían también las frecuentes representaciones teatrales.
«La Sabiduría tiene deseo tan vivo de la amistad de los hombres que recorre largos caminos en búsqueda del hombre, sube a la cima de las más altas montañas, llega a las puertas de las ciudades, penetra en las plazas públicas y grita a voz en cuello: A ustedes, hombres, yo me dirijo, a ustedes yo deseo, a ustedes yo busco. Escúchenme, vengan a mí: ¡yo quiero darles la felicidad!». (El amor de la Sabiduría Eterna, nn. 64-66, passim) |